Hablar o trabajar… he aquí la cuestión

Hablar o trabajar… he aquí la cuestión

Si me concentro en trabajar, no puedo hablar… si me concentro en hablar…

           

Esta mañana me despertaron unos obreros que trataban de reparar la puerta de entrada de mi casa. Digo me despertaron, no porque hicieron ruido consecuencia del trabajo deberían de realizar, sino porque su conversación, con o sin sentido (es una cuestión de opiniones), pero si lo suficientemente alta de volumen como larga, no me dejo seguir con mi descanso.

Me desperté y me quede pensando si es algo cultural o no, pero me preguntaba ¿si han venido a trabajar, porque están habla y habla? No agarraban una herramienta, solo hablaban… futbol, feria, precio de una cerradura que habían comprado… en fin, de sus cosas.

Casi cuarenta minutos después de hablar y extender algunas herramientas por el suelo, como si pareciera que hacían cosas del trabajo encomendado, parece que dedicaron parte de su atención al objetivo por el que fueron contratados. He preguntado miles de veces en empresas: ¿sabéis porque se os paga? Y créanme, muchos no tienen la mas remota idea. Escucho desde: “por venir a trabajar”, “por cumplir” o incluso un simple ”yo que se”.

¿Qué pasaría si cobrásemos nuestros honorarios en porcentaje a nuestra entrega y pasión?. Tuitea esto

¿Das el 100% en tu trabajo?

Recuerdo en una ocasión, mientras trabajaba con un equipo de futbol profesional, que tras mi sesión motivacional a los chicos, me fui a las gradas a ver el partido con mi esposa. Un aficionado del equipo para el que yo trabajaba, comenzó a gritarles a los jugadores de manera que mas parecía un poseído por el diablo que un aficionado que iba a animar a los suyos: “Vamos desgraciados… no sudáis la camiseta… flojos… “ Entre estas expresiones colaba algún que otro insulto indigno de reproducir en este medio. De repente dijo: “… porque no dais el cien por cien”. Me llamó mucho la atención la expresión. Tanto que le pregunté a Marya “¿Tu crees que este señor dará el cien por cien en su trabajo, o solo se dedica a pedirlo al que está en frente?

He pasado horas meditando y estudiando este asunto. He llegado a preguntar a muchas personas en audiencias: ¿Qué pasaría en España si durante un año, todos cobrásemos nuestros respectivos honorarios teniendo en cuenta el porcentaje de entrega y de pasión que le ponemos al trabajo? Estoy seguro que mucha gente sería millonaria, pero también estoy seguro de que muchos otros deben dinero a sus empresas desde hace años.

menos-palabras-mas-acciones

Mi padre solía decirme cuando trabajaba para el hace años, que “menos hablar y mas trabajar”. Evidentemente si estoy hablando no estoy enfocado y atento a lo que estoy haciendo. No digo, por supuesto, que no deberíamos de hablar (estoy seguro que debo aclararlo porque siempre hay quien escucha cosas que nunca se dicen), lo que digo es que hay quien habla demasiado… que hay a quien se le olvida que a trabajar debemos ir con el firme propósito de ser productivos para la organización que ha confiado en nosotros y que hay conversaciones que si las valorásemos económicamente, nos daríamos cuenta de que cuentan miles de euros a las organizaciones al cabo del año.

Lo mas paradójico es que cuando una de estas personas es despedida de la empresa por baja productividad, suele dedicar parte de su tiempo a tres cosas: o a explicar que le “jodieron” la vida y que por eso ya no está; o a explicar como dio su alma por la organización y no fue valorado; o a buscar otra fuente de ingresos lo antes y mejor posible (que evidentemente es la mejor opción). Siempre digo que “nadie que es productivo, es despedido”.

No me refiero sólo a productividad económica, hay otras clases de productividad que también se miden y que son claves para el buen funcionamiento de la empresa.

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¿Te contratarías a ti mismo?

No conozco a ni un solo empresario que despida a una sola persona que está siendo productiva. Cuando viene alguien a decirme que lo han despedido, siempre me acuerdo de personas como los que estaban esta mañana arreglando la puerta de mi casa y les pregunto: ¿tu te contratarías a ti mismo? Muchos me dicen que no, honestamente. Otros que me dicen que si, a estos les animo a que si confían tanto en sus posibilidades, simplemente monten un negocio ellos mismos, quizá así se den cuenta que las conversaciones absurdas cuestan dinero y que los parámetros del dolor cambian de repente… los autónomos se que me estáis entendiendo perfectamente.

Por supuesto “hay de todo en la viña del señor”, y de otros escenarios hablaremos otro día. Hoy quería reflexionar sobre este asunto y tratar de tomar consciencia, de darnos cuenta, que de una situación difícil se sale trabajando, no hablando.

Hace unos años, le estaba preparando un FireWalking (curso de motivación) a uno de mis maestros (Santiago Aldekoa) y había que extender bastantes metros de césped y arena para encender unas brasas y caminar sobre ellas. Me adjudicaron dos chicos de la empresa contratante y comenzaron a hablar: “esto lo que habría que hacer es… y mejor lo que habría que hacer es…” Corté la conversación diciendo: ”esto lo que hay que hacer es hacerlo”. Creo que nunca entendieron lo que les quise decir.

La próxima vez que te pilles hablando de cosas por las que no te pagan, pregúntate: ¿si yo fuera el dueño de la empresa en la que trabajo, hablaría de esto ahora?

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¡Lo quiero!



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