Ale, el patito surfista (2ª parte)
La gente pasa la vida preguntándose cómos en lugar de preguntarse porqués.
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Mira si es importante saber hasta donde pueden afectarnos las “viejas historias” de nuestra vida para configurar nuevas decisiones, decía Abuelo a Ale, que la mayoría de veces lo que hacemos cuando vamos a desafiar nuevos sueños, es que miramos atrás en nuestra vida, rebuscamos en lo que sabemos y nos damos cuenta que los recursos y estrategias que una vez usamos, no son suficientes para explorar nuevas aventuras, pero aun así osamos una y otra vez tratando de conseguir lo que deseamos.
Pero eso es ilógico, respondió Ale; ¿cómo es posible tratar de lograr un nuevo resultado haciendo lo que siempre hicimos y nunca nos salió?
Por eso tienes que tener siempre en tu mente lo que quieres y lo más importante es saber porqué lo quieres, ya que cuando el porqué lo tengas claro, el como será mucho más fácil encontrarlo.
La gente pasa la vida preguntándose cómos en lugar de preguntarse porqués.
Pero, ¿qué son los porqués Abuelo? Ale, los porqué son las razones que harán que tu nunca abandones el camino y eso es lo que la mayoría de la gente no entiende. Son los “clavos ardiendo” a los que te vas a agarrar cuando creas que ya no merece la pena seguir luchando. Son tus razones y los verdaderos motivos por los que jamás abandonarás tu camino.
Los cómos son entrenables si el porqué es lo suficientemente grande, repetía Abuelo.
A veces, si el porqué no es grande, nos ponemos a pensar en qué ocurriría si no nos sale bien, si perdemos… si fracasamos, en lugar de pensar que el fracaso no es sino un resultado no esperado y que nos indica que ese no es el como.
Pero la mayoría de las veces, es más tolerable y más fácil no adquirir nuevas habilidades que arriesgar a perder y experimentar eso que, de manera errónea, le llamamos fracaso.
Los cómos son entrenables si el porqué es lo suficientemente grande. Tuitea esto
El porqué, le dará sentido a lo que deseas, te dará la fuerza suficiente para que nunca te rindas, encontrarás el alma de tu sueño y nacerá en ti la Fe, una extraña fuerza que te llenará de convicción absoluta y de certeza de que va a ocurrir seguro, aquello que deseas.
Nunca olvides que “cuando hay Fe en el futuro, hay fuerza en el presente”
Hace tiempo se rumoreó por la aldea la historia de un gatito pequeño.
Dicen que era invierno, y ya sabes que los inviernos en el sur de Argentina son muy fríos.
Una noche, medio moribundo y hambriento, casi acariciando la muerte, vio a lo lejos una luz y pensó: “miau… y si es una casa”, en su delirio se imaginó que llegaba y que quizá le daría comida y un poco de calor.
Se acercó con las pocas fuerzas que le quedaban y al asomarse por la ventana sus mejores sueños se hicieron realidad.
Dentro, había unos niños pequeños jugando, en pantaloncitos cortos y comían dulces y chocolate calentito.
El escuálido gatito corrió como pudo hasta la puerta y araño con sus débiles patitas la puerta.
Abrió la puerta un hombre grandote y al ver que sólo era un delgado gato, le sacudió una tremenda patada que hizo volar por los aires al gatito.
De alguna manera milagrosa, el gatito sobrevivió aquella noche y al día siguiente, casi sin aliento, se volvió a acercar a la casa, volvió a asomarse por la ventana y observó al mismo espectáculo. Volvió a repetirse la misma situación, el hombre salió y pateó a gatito, casi matándole del golpe.
Nadie sabe de donde, aunque tuvo que ser de su por qué, el gatito sobrevivió y arrastrándose en la noche fría y húmeda, volvió a acercarse a la puerta de la casa tras ver que los niños repetían la fiesta.
Levantó su patita, pero los recuerdos del pasado y el dolor de las experiencias fueron más fuertes que su deseo de seguir.
¿Cómo es posible tratar de lograr un nuevo resultado haciendo lo que siempre hicimos y nunca nos salió?. Tuitea esto
Allí, frente a la puerta de la casa, el gatito murió sin saber que esa noche el hombre estaba trabajando y seguramente hubieran abierto la puerta uno de los niños, dándole el calor y la comida para haber sobrevivido y quizá hubiera encontrado un hogar.
¡¡Que historia mas triste abuelo, dijo Ale.
Si, es cierto pequeño, pero así somos muchas veces, ¿no te parece?
Pasamos la vida con un pié puesto en los fracasos del pasado y el otro puesto en los miedos del futuro, que terminamos orinándonos en el presente.
Nunca olvides Ale, que el pasado sólo nos debe de servir para aprender de el, nunca podemos ser esclavos de nuestras historias pasadas. Quedarse colgado de una historia que ya pasó, sólo puede traerte resentimientos y culpas, y créeme, para ser feliz en esta vida la culpa no te va a ayudar demasiado. Así que deshazte de las viejas historias que te tengan prisionero a través del perdón y pregúntate:
¿Cómo sería tu vida a partir de hoy si vivieras perdonando tu pasado y enfocándote en los motivos de seguir caminando hacia tus sueños?
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¡Lo quiero!
