Apapachar el alma
Halagar o elogiar es dar un abrazo emocional, podríamos decir que se trata de “apapachar el alma”
Tweet¿Te gustan los halagos? Supongo que si, a todo el mundo le gustan. Es un reconocimiento y la verdad es que cubre una necesidad básica del ser humano… la notoriedad, el significado de importancia.
Hay halagos que son una caricia al alma ¿verdad? Es como que alguien pasara las yemas de sus dedos por tu mas profundo ser. Es hermoso y al recibirlos nos conecta con nuestro mas profundo agradecimiento. Escuchar un elogio es sanador, calma ansiedad, nos hace sentir importantes para quien lo dice… incluso nos hace ser mejores.
Es elogio es un justo reconocimiento al esfuerzo realizado para alcanzar algo: un trabajo bien hecho, un examen aprobado, una comida sabrosa, un traje recién comprado, un corte de pelo nuevo, una compañía agradable, en definitiva un paso pequeño o grande dado en la dirección de una visión, un sueño o un objetivo.
Aprende a curarte emocionalmente.
Elogiar a alguien, además revela mucho de quien lo dice. En realidad las personas no hablamos de los demás, sino que revelamos lo que somos realmente. Cuando alguien puede ver algo hermoso en otra persona es simplemente porque quien lo dice también lo es… por eso puede verlo. Verdaderamente las personas sólo podemos ver y escuchar en los demás aquello que somos. Al hablar revelamos nuestro observador, o como dice la Biblia “de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45)
Alguien que puede ver la grandeza de los demás es alguien enorme y esconde en su corazón semillas de grandeza. Decirlo le convierte en un ser humilde, pues muestra que ha dejado de buscar ser reconocido para reconocer, ha dejado atrás su propia notoriedad para dar significado de importancia a quienes le rodean. Esto sólo se puede hacer cuando has dejado atrás el buscar “palmaditas al ego” para buscar acariciar el alma de los demás.
Es fácil reconocer a quienes necesitan ser reconocidos. Sus “yo” son mas grandes y abundantes que sus “nosotros”. Son quienes al finalizar sus trabajos sólo le preocupan lo que los clientes han dicho acerca de el en las encuestas de calidad; si ponen cosas buenas es suficiente para sentirse feliz, pero si dicen algo menos agradable, tenemos “caras largas” para rato. Son esas personas que andan diciendo “fue por mi que se logró”. Buscar esas “caricias al ego” no es sino un signo de complejos adquiridos y bien disimulados.
La única manera de “curarse” de este mal es aceptar que “ninguno de nosotros es más importante que todos nosotros”. El halago, elogio o piropo es dar un abrazo emocional; incluso podríamos decir que se trata de “apapachar el alma”.
Curarse emocionalmente
Apapachar es un vocablo muy común en México, de origen Náhuatl. Su etimología es incierta, pero parece proceder del vocablo “papatzoa” que quiere decir acariciar, mimar, brindar cariño. Un apapacho puede ser un abrazo, un beso, una caricia tierna, una acción para curar una herida, o todos juntos. El apapacho puede ser físico o emocional. Se dan apapachos a aquéllos por quienes se tienen sentimientos de afecto, de cariño o de amor. Se puede consolar a alguien con apapachos. Apapachar es dar cariño, amor, apoyo, a una persona querida o que tu sientes que lo necesita sinceramente y de la manera mas pura. Un apapacho lo da una madre a una hija que se ha caído de la bicicleta y se ha hecho daño. Un apapacho te lo da un amigo cuando tu pareja te ha dejado. Un apapacho se lo das a tu pareja en un momento de dificultad. Un apapacho se lo das a tus padres cuando los miras y tomas conciencia de lo que han hecho por ti. Eso es un apapacho.
Un halago… un elogio, es apapachar el alma… besar el corazón, acariciar el espíritu, mecer los pensamientos, en definitiva reconocer algo hermoso de quien esta frente a ti.
La única manera de “curarse” de este mal es aceptar que “ninguno de nosotros es más importante que todos nosotros”.
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¿Cuándo es la ultima vez que apapachaste el alma de alguien? Hoy podría ser un día espectacular si decidimos apapachar a nuestros amigos, esos que sabes que son tus amigos. Un día que puede marcar un antes y un después si decidimos apapachar los sueños de nuestros compañeros de trabajo, de nuestros empleados, de nuestros jefes. Un día mágico si apapachamos a nuestra familia. Una llamada a un viejo amigo, aunque sólo sea para decirle “eres especial para mi”. Una postal donde digas cuanto admiras a esa persona. Un abrazo en silencio… sólo apapachando.
Por último, quiero invitarte a reflexionar en ¿cuánto te apapachas tu a ti mismo/a? ¿Te mimas? ¿Te dices cosas hermosas?... ¿Sabes?... las personas no podemos dar lo que no tenemos.
¿Te parece si hoy lo dedicas a apapacharte a ti? Dedica unos minutos a elogiarte por lo que eres, por lo que haces, por lo que tienes. Seamos agradecidos y generosos en palabras hermosas hacia nosotros, es la mejor manera de sanar una autoimagen dañada. Luego, mira a quien esté a tu lado y comencemos a decir las cosas buenas de quienes nos rodean.
Si no encuentras nada que decir, ¡cállate! A veces tu silencio puede convertirse en un halago para los que te rodean y de paso en un entrenamiento para gestionar la crítica, el juicio y la queja.
¿Te animas a apapachar-te?
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¡Lo quiero!
