‘Sully’ o como la Inteligencia Emocional evitó una tragedia

‘Sully’ o como la Inteligencia Emocional evitó una tragedia

La película que da la razón a la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner

           

El 15 de enero de 2009, poco antes de las 15:30, un Airbus A320 de US Airways que apenas unos minutos antes había despegado del aeropuerto neoyorquino de La Guardia con dirección a Charlotte, se quedó con los dos motores inutilizables debido a un incidente provocado por una inoportuna bandada de pájaros que se cruzó en su camino. El resultado fue que la gigantesca aeronave, con 155 pasajeros a bordo además de la tripulación, se dirigía sin control hacia Manhattan con el riesgo de provocar una tragedia. Tras analizar todas las opciones, en una situación de tensión máxima y tomando decisiones vitales en cuestión de segundos, el capitán del avión apostó por un amerizaje de emergencia en el río Hudson, evitando cualquier zona habitada con la intención de minimizar al máximo el número de posibles víctimas. El amerizaje, una opción de enorme riesgo, se saldó con éxito gracias a la pericia del piloto, y todos los pasajeros y tripulantes sobrevivieron al impacto. Al frente del avión estaba Chesley Sullenberger, más conocido por Sully.

¿Sabes en qué consiste el secuestro amigdalar?

Este es el argumento de la última película de Clint Eastwood que ya está en las carteleras, y uno de los ejemplos que solemos poner en nuestros cursos de Inteligencia Emocional para explicar cómo la gestión de emociones como el pánico o el estrés resultan claves para explicar los resultados que obtenemos día a día más allá del talento o los conocimientos que tengamos en una materia concreta. Es, al fin y al cabo, el refrendo a lo que Howard Gardner desarrolló hace cerca de 40 años en su célebre teoría de las inteligencias múltiples, una distinción que sirvió como germen para el desarrollo de la inteligencia emocional. Profesor de la Universidad de Harvard, Gardner detectó que el éxito de las personas no está sólo ligado a su capacidad intelectual, y que hay otros factores intrapersonales e interpersonales que explican los resultados que alcanzamos en todos los ámbitos de nuestra vida, ya sean personales o profesionales. “Una mala persona no puede llegar nunca a ser un buen profesional”, ha dicho en una de sus últimas entrevistas, algo completamente adaptable a Sully y a su manejo de una situación en la que cerca de 170 vidas dependían de su toma de decisiones. Y no sólo de su conocimiento y más de 40 años de experiencia como piloto, sino de su habilidad para gestionar un momento de pánico para tomar la decisión más acertada. En este caso, su autocontrol, su empatía y su manejo de situaciones límite evitaron la tragedia.

La importancia de gestionar el pánico y el estrés

Todo lo contrario que lo sucedido frente a las costas de la Toscana el 13 de enero de 2012, cuando el Costa Concordia encalló con cerca de 4.500 personas a bordo. Al mando del barco estaba el capitán Francesco Schettino, que pese a su enorme experiencia fue incapaz de manejar la situación. A medida que el barco se iba escorando y la tensión se apoderaba del pasaje, el capitán se bloqueó y dejó de tomar decisiones empáticas, pensando en sí mismo y nunca en toda la gente que estaba a su cargo. En un momento de pánico y descontrol, Schettino abandonó la nave y dejó a su suerte a los pasajeros y a su tripulación, en un cúmulo de despropósitos que provocó 32 víctimas mortales y 64 heridos de diversa consideración.

¿Cómo la Inteligencia Emocional salvó la vida de 155 pasajeros en un caso cómo el de la película Sully?
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Entre estos dos casos, con similar experiencia y pericia demostrada en sus ámbitos, ¿dónde estuvo la diferencia? La respuesta es en todo lo que no se enseña en el colegio, ni en la universidad, ni en la mejor escuela de pilotos del mundo. Está en el desarrollo de esa otra inteligencia que hace que gestionemos adecuadamente las situaciones emocionales que se nos presentan cada día, en mayor o menor grado. “Nadie nos advirtió, nadie nos dijo que se nos pararían los dos motores a la menor altura de la historia de la aviación, seguida por un inmediato amerizaje con 155 pasajeros a bordo. A nadie se le entrena para un incidente así”, dice el personaje interpretado por Tom Hanks en la película, que sin embargo supo que hacer en el momento justo. Fue la mejor decisión, la acertada, como incluso demostró la investigación posterior en la que Sully fue incluso acusado de no haber hecho todo lo posible para salvar un avión que costaba 94 millones de dólares. Entonces, durante un largo y desconocido proceso judicial que refleja la película, también tuvo que manejar adecuadamente sus propias emociones y las reacciones de todos los que le rodeaban, tanto afectivas como hostiles, como tuvo que hacer aquella tarde de julio con más de 170 vidas en sus manos.

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Jose Carlos León

Filólogo, coach y apasionado de la Inteligencia Emocional. Tutor del Master de Coaching CEU-Diamond Building y abierto permanentemente al conocimiento.

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