Ale, el patito surfista

Ale, el patito surfista

Esta es la historia de Alejo, un buen amigo

           

Corría el año mil novecientos ochenta, y en un lugar bien frío de la costa Argentina nació Alejo, un patito más, de una familia más, de una aldea más… Santa Teresita, un pueblo pesquero y de tradiciones simples y arraigadas.

Alejo, que así decidieron llamarle, vino al mundo en una de esas frías mañanas tan comunes en su aldea, mientras que su papá salía a pescar en un antiguo barco, tan viejo, que era un verdadero milagro que se mantuviera a flote. Ese día, como tantos otros, también salía a faenar su anciano abuelo.

Como vino al mundo ya era pronóstico de lo que sería su vida. Su mamá, que no pudo esperar el regreso de la familia y Ale que quería salir a verla… en fin, que llegó el momento y Ale nació.

Claro, como todo patito que se preste, Ale miró a su mamá y supo inmediatamente que si no quería morir de inanición o de frío debía de acercarse a ella, cobijarse bajo sus plumas - ya endurecidas del tiempo y de los años de sufrimiento- y esperar a que le indicara qué debía de comer.

Tu imaginación no debe de ser usada para asustarte a ti mismo o crear problemas, úsala para inspirarte cada día a lograr lo imposible. Tuitea esto

Así lo hizo, siguió su intuición, algo que con el paso de los años, aprendería a hacer con una gran habilidad; De hecho, esa habilidad le llevó a ser poseedor de una gran capacidad para prever lo que podría suceder… su abuelo le decía que era “intuición” y precisamente esta intuición le ayudaría a salvarse en más de una ocasión, sobre todo porque aprendió a desarrollarlo cada vez más a base de observarse, darse cuenta y tomar pequeñas decisiones en confianza de esa “voz interior”, que Ale terminaría llamando y que sólo era la voz de su intuición y que tanto mira por el, cuidándolo y protegiéndole para salvarle de sufrimientos y malos momentos.

Cuando su papá y su abuelito volvieron, fue todo un festín, pues Ale, gozaba de buena salud y a pesar de ser un patito más, tenía algo especial…, quizá, era su tierna mirada, o quizá su ya palpable deseo de no ser como los demás. De hecho Ale no era como los demás patitos; era especial porque era único. Ningún patito desde el inicio de los tiempos había sido como Ale… ser único le convertía en precioso.

imaginación

Su mamá lo miraba y recordaba que un día escuchó una historia acerca de cómo se creaba un diamante… que tan sólo es un trozo de carbón sometido a tiempo, presión y fuego. Curiosamente ese trozo de carbón, un mineral de poco valor (simplemente porque hay mucho y su utilidad ya es poca) puede llegar a convertirse en una “piedra preciosa” si está dispuesto a vivir un proceso de autentificación, de cristalización y esto le hace único y especial… precioso, como Ale.

He de decir, que Alejo, vino a nacer en una familia de patitos de pocos, poquísimos recursos para subsistir, salvo esa pequeña y roída barcaza de su abuelo, que era lo que cada día proveía de pescado fresco a la familia. Aunque los patos… no comen pescado, ¡que diablos, esto es un cuento!

A los pocos días de vida, Ale, como todo buen patito, ya sabía caminar y nadar más o menos bien.

Su abuelo, se dedicó cada tarde a enseñarle las nociones básicas e imprescindibles, a través de historias de cuando él era joven, claro, que éstas llevaban el recuerdo de lo pasado pero con un buen toque de imaginación y de manera exagerada en muchas de ellas. Le repetía constantemente a Ale: “tu imaginación no debe de ser usada para asustarte a ti mismo o crear problemas, úsala para inspirarte cada día a lograr lo imposible

A pesar de usar viejas historias, Abuelo le decía a Ale que lo viejo, nos puede servir para explicar lo nuevo, incluso para entenderlo, pero no necesariamente lo que nos sirvió antes, tiene que seguir sirviendo ahora.

Ale, el patito surfista. Un cuento sobre superación. Tuitea esto

Para Ale fue clave en su crecimiento las enseñanzas de Abuelo, le ayudó a inspirarse cada día y entender que las personas que nos aman tienen un interés especial en que la vida nos sonría. Hay quien cree que quienes les aman les quieren hacer la vida imposible, pero nada más lejos de la realidad. El amor es traducido en acciones que a veces no tienen sentido en el mundo que ahora vivimos por la edad que nos toca. Abuelo se decía a si mismo siempre que no estaba sólo criando a un patito pequeño, sino educando a un pato adulto… algún día Ale tendría que enfrentarse al mundo el solo, por lo que era mucho mejor proveerlo de la suficiente autonomía y de valores que le hicieran ser “un pato de provecho”

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¡Lo quiero!



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