La estrella infeliz

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¿Héroes de corazón o héroes de barro?

           

Son iconos mediáticos, jóvenes admirados y deseados, ricos, guapos, atractivos… y cerca de un 40% de ellos son infelices. Esa definición tan aparentemente contradictoria pertenece a la de futbolista profesional, a la de esos jugadores que seguimos y a los que incluso vamos a ver al estadio, esos nuevos templos donde los gladiadores del siglo XXI despliegan todo su poder. En el césped dan la imagen de ídolos, de prodigios hiperpreparados para un juego sólo al alcance de los mejores. Pero fuera de él, cuando se quitan la camiseta y su disfraz de superhéroes, son veinteañeros o recién entrados en el club de los 30 con mucho dinero, demasiado tiempo libre para pensar en cómo gastarlo y (por línea general) no toda la formación necesaria para cuadrar esa peligrosa ecuación… basta un botón de muestra en las últimas declaraciones de Ronaldo acerca de las conversaciones con sus compañeros cuando una periodista pe pregunta ¿de qué habláis los futbolistas entre ustedes?, a lo que responde “pues de ropa, moda, chicas, maletas y jojas…” Con escasa o nula inteligencia financiera y poca capacidad para gestionar la catarata de emociones que va a vivir en un periodo tan corto de tiempo, la vida del futbolista profesional puede pasar de ser el marco idílico que podríamos imaginar al escenario ideal para que suceda lo que aparentemente nadie podría esperar.

¿Cómo es posible que un futbolista no sea feliz? ¡Si lo tiene todo! Puede que tenga todo lo material, pero también tiene unas cargas que no sufrimos la mayoría de los mortales. Recientemente, un estudio de la Universidad de Amsterdam para FIFPro (la asociación mundial de futbolistas profesionales) reveló que los jugadores profesionales sufren más depresión y ansiedad que el resto de la población, e incluso que otros atletas de élite. De los 826 jugadores que participaron en la encuesta (pertenecientes a 11 países de tres continentes, entre ellos España), un 38% de los futbolistas en activo y un 35% de los exjugadores aseguró que en algún momento tuvo que afrontar este tipo de problemas. La probabilidad de que esto ocurra es de dos a cuatro veces mayor si se han tenido tres o más lesiones graves.

“Este tema era tabú hasta hace poco”, dice el trabajo en sus conclusiones, pese a que hace años que se empezaban a dar algunas pistas. Un estudio de la Premier League avisó hace poco de que cinco años después de acabar sus carreras, el 60% de los jugadores han dilapidado su fortuna y andan en serios problemas económicos, cuando no directamente en la ruina más absoluta. Y eso suele acarrear secuelas psicológicas y mentales que, en determinados casos, provocan trágicas consecuencias.

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La semana pasada, Javier Mascherano, una de las estrellas del Barcelona y de la selección argentina, reconoció sin tapujos que “más que disfrutar, sufro el fútbol”, admitiendo que “no soy de esos futbolistas que se divierten con su profesión, sino todo lo contrario”. Y lo más potente es que su caso no es aislado, sino que es algo más habitual de lo que podría esperarse en un gremio aparentemente tan privilegiado. La presión mediática, de los aficionados, de su propio entorno, el riesgo de lesiones, una carrera corta que deben rentabilizar para el resto de su vida, la necesidad de acertar en muchas decisiones (deportivas, pero también económicas y financieras) tomadas en poco tiempo… “Los 90 minutos son un sufrimiento por el hecho de tener que estar plenamente concentrado, de no equivocarme, de estar atento no sólo a lo mío, sino también a lo que hacen mis compañeros”, dice Mascherano, quien sorprende al indicar que “no le encuentro sentido a lo que muchos compañeros dicen acerca de salir a la cancha a disfrutar. Durante los 90 minutos no disfruto del partido”.

La cuestión es que ese estudio también apunta a que los futbolistas presentan otros síntomas como los problemas para conciliar el sueño (23% de los activos y 28% de los retirados), el malestar (15% y 18%), la adicción al alcohol (9% y 25%) y el hábito de fumar (4% y 11%). Los datos son especialmente graves en los jugadores que acaban de colgar las botas, cuando se apagan los focos y pierden el interés mediático. Se trata de gente muy joven a la que le han pasado muchas cosas en muy poco tiempo, personas que se abren a una nueva vida laboral pero que de repente ven cómo se les cierran puertas y objetivos sin estar muy preparadas emocionalmente para ello.

¿Y tú, estás preparado para gestionar tus emociones?¿Sabrías manejar situaciones tan extremas como a las que se enfrenta un futbolista profesional? ¿Los verás de otra manera la próxima vez que veas un partido?

Te invitamos a que reflexiones acerca de “a quien admiras” y elijas héroes de corazones grandes, es más… conviértete en uno de ellos. Los héroes de barro acaban destrozados tras varias tormentas, los héroes de corazón grande permanecen para siempre.

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